lundi 18 février 2019

LA MANO ENCUBIERTA DE WASHINGTON EN VENEZUELA



SE LLAMA EPISCOPADO Y OPOSICION RADICAL 





cardinal Usura y Pedro Carmona


En Venezuela, hay varios partidos de oposición. Dentro de ellos, hay unos que son directamente conectados con Washington. Son partidos que se dedican a promover los intereses de Estados Unidos en el país. Uno de sus principales objetivos es derrotar por todos los medios posibles al presente gobierno de formato socialista, chavista, antiimperialista.  Desde la llegada de este gobierno chavista (1998), los esfuerzos para descreditarlo y vencerlo  han sido de toda naturaleza: golpes de estado, guarimbas, acciones terroristas contra PDVSA, centrales eléctricas, homicidio, desinformación etc. 

Esta oposición tiene un aliado de gran importancia en los episcopados y en el Vaticano. Importa recordar los dos Pactosque la Iglesia católica firmo con Estados Unidos para luchar contra los movimientos y gobiernos de formato socialista. El primero Pacto fue firmado, en 1982, entre Juan Pablo II y Donald Reagan, El secundo fue firmado, en 2014, entre el papa Francisco y Obama. Para ellos, todo lo que se ataca al imperialismo y a su dominio, es considerado como comunista, marxista. Al igual para todo lo que se acerca a mas justicia social y mas participación de los pueblos a sus destinos,  es considerado como comunista. El socialismo del siglo XXI, llamado también el chavismo, no escapa a ese rechazo. 

Por lo esencial, el chavismo nació, en 1998, con la elección de Hugo Chávez,  un hombre de fe y de gran humanidad para las victimas de un sistema político en que las oligarquías reinaban en reyes y los pueblos, en mendigos. La primera cosa que hizo, al llegar al poder, fue de involucrar a ese pueblo en la redacción de una nueva constitución del país. En ella aparece la nueva democracia, llamada participativa, así que los otros poderes puestos todos al servicio, ante todo, del bien común del pueblo. En esta constitución, no son las  oligarquías que mandan sino el pueblo involucrado en el ejerció del poder del Estado. Una gran parte de la riqueza del país sirvió para asegurar el acceso gratuito a la educación,  a la salud, para todos y todas. Cerca de 2,5 millones de viviendas han sido construidas para la familias mas humildes. Al fin y a cabo, se trata de una política social que se aparenta mucho a la doctrina social de la Iglesia, expresada en las encíclicas del papa Juan XXIII, tales Pacem in terris, Mater et Magistra, entre otras.

Hoy, nos encontramos con una Iglesia que pierde toda credibilidad al participar abiertamente en el show del no reconocimiento del presidente Nicolás Maduro, electo por 68% de los votos, emitidos,  en ese 20 de mayo 2018, y juramentado, el 10 de enero pasado, como Presidente, por el periodo de 2019 a 2025. Como eso no fuera suficiente, se juntaron, episcopados, el Vaticano y el papa Francisco para reconocer al falso presidente autoproclamado, en la persona de Juan Guaido, declarado por el Tribunal supremo de justicia como en desacato con el poder constitucional.  Al prestarse a este show mediático, elaborado por Washington desde un rato, las jerarquías de la Iglesia católica  tocaron el fondo del barril. Su afán por una ilusoria lucha contra el comunismo la transforma en una aliada ciega del capitalismo salvaje de que el papa Francisco habla en su Exhortación apostólica Evangelii gaudium.  

Es muy triste que los que se declaran seguidores de los apóstoles y de Jesús lleguen a este punto de compromiso con el imperio, enemigo de los pueblos. Uno no puede tener un discurso evangélico  y en el mismo tiempo actuar en contra de los principios y valores del Evangelio. La mentira, la manipulación, el engaño no son partes del Evangelio. Cuando el episcopado y el Vaticano, incluyendo al papa Francisco, silencian las sanciones y las guerras económicas que afectan la vida del pueblo venezolano, prefiriendo echar la culpa de esa miseria al único gobierno, mienten y calumnian al gobierno. Va lo mismo con el derecho internacional. En ningún momento alzan su vox para que se respete la carta magna de las N.U. que interdice toda forma de intervencionismo en los asuntos internos de los pueblos. No llaman a Washington para que no se mete en los asuntos de los otros pueblos y que respete sus derechos. De eso, no hablan. ¿Por qué? Ya sabemos el porque. La Iglesia y el imperio  se colocan por encima de las leyes, la primera para combatir el “comunismo” y el segundo para tomar el control de los estados y de sus riquezas. Así, la Iglesia sirve bien los intereses del imperio. Le abre el camino al no permitir que haya gobierno que no le respeta.

 Por suerte que la fe no se fundamenta en una institución eclesial, sino en una disposición interior que abre a la verdadera fraternidad humana, hecha de solidaridad, de compasión, de justicia y de verdad. 


Oscar fortín
El 18 de febrero




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