vendredi 17 janvier 2014

PACEM IN TERRIS Y SOCIALISMO DEL SIGLO XXI


PACEM IN TERRIS Y SOCIALISMO DEL SIGLO XXI




He aquí un título que va a hacer saltar más de uno. Sin embargo, la aproximación del pensamiento de esos dos hombres de fe no puede sino conducir a esta aproximación. Juan XXIII, con su encíclica PACEM IN TERRIS (PAZ SOBRE LA TIERRA), y Hugo Chávez, con su Socialismo del siglo XXI.

Hace 50 años, el mundo y especialmente la Iglesia tuvieron un PAPA cuyas calidades hicieron de él un PASTOR amado  de todos.

Se lo conoce sobre todo por haber convocado al Concilio Vaticano II, verdadera ventana de apertura sobre el mundo, y también por su encíclica social, Paz sobre la tierra, verdadero testamento, dejado a la humanidad poco tiempo antes de su muerte.

Si el mundo de los humildes de la tierra han visto la expresión de una esperanza para un mundo más justo, más verdadero, más humano y más solidario, las potencias de este mundo y los apóstoles del neoliberalismo sin frontera han visto más bien un documento subversivo, o sea comunista.

Pues no es por casualidad que esta encíclica de Juan XXIII haya sido ignorada, no sólo por los hombres y las mujeres políticos de nuestro Occidente cristiano, sino también por sus sucesores sobre la sede de Roma. Benito XVI, en su encíclica social, Caritas in Veritate (Caridad en verdad) no hace ninguna referencia explícita al contenido de esta encíclica, mientras que se refiere ampliamente a las de sus otros antecesores.

 ¿Qué dice pues esta encíclica para que se haya puesto sobre los estantes tanto por los sucesores de Juan XXIII como por los Gobiernos de nuestro Occidente cristiano?

JUAN XXIII: PAZ SOBRE LA TIERRA

He aquí los principales extractos

11. Puestos a desarrollar, en primer término, el tema de los derechos del hombre, observamos que éste tiene un derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento[8]

Derechos relativos a los valores morales y culturales

12. El hombre exige, además,, por derecho natural el debido respeto a su persona, la buena reputación social, la posibilidad de buscar la verdad libremente y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, manifestar y difundir sus opiniones y ejercer una profesión cualquiera, y, finalmente, disponer de una información objetiva de los sucesos públicos.

32. No basta, por ejemplo, reconocer al hombre el derecho a las cosas necesarias para la vida si no se procura, en la medida posible, que el hombre posea con suficiente abundancia cuanto toca a su sustento.

35. Por esto, la convivencia civil sólo puede juzgarse ordenada, fructífera y congruente con la dignidad humana si se funda en la verdad. Es una advertencia del apóstol San Pablo: Despojándoos de la mentira, hable cada uno verdad con su prójimo, pues que todos somos miembros unos de otros[25]. Esto ocurrirá, ciertamente, cuando cada cual reconozca, en la debida forma, los derechos que le son propios y los deberes que tiene para con los demás. Más todavía: una comunidad humana será cual la hemos descrito cuando los ciudadanos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos por el amor de tal manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás partícipes de sus bienes, y procuren que en todo el mundo haya un intercambio universal de los valores más excelentes del espíritu humano. Ni basta esto sólo, porque la sociedad humana se va desarrollando conjuntamente con la libertad, es decir, con sistemas que se ajusten a la dignidad del ciudadano, ya que, siendo éste racional por naturaleza, resulta, por lo mismo, responsable de sus acciones.

56. (…) citando León XIII: “No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva el interés de uno o de pocos, porque está constituida para el bien común de todos[40]. Sin embargo, razones de justicia y de equidad pueden exigir, a veces, que los hombres de gobierno tengan especial cuidado de los ciudadanos más débiles, que puedan hallarse en condiciones de inferioridad, para defender sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses”[41].
64. Es por ello necesario que los gobiernos pongan todo su empeño para que el desarrollo económico y el progreso social avancen a mismo tiempo y para que, a medida que se desarrolla la productividad de los sistemas económicos, se desenvuelvan también los servicios esenciales, como son, por ejemplo, carreteras, transportes, comercio, agua potable, vivienda, asistencia sanitaria, medios que faciliten la profesión de la fe religiosa y, finalmente, auxilios para el descanso del espíritu. Es necesario también que las autoridades se esfuercen por organizar sistemas económicos de previsión para que al ciudadano, en el caso de sufrir una desgracia o sobrevenirle una carga mayor en las obligaciones familiares contraídas, no le falte lo necesario para llevar un tenor de vida digno. Y no menor empeño deberán poner las autoridades en procurar y en lograr que a los obreros aptos para el trabajo se les dé la oportunidad de conseguir un empleo adecuado a sus fuerzas; que se pague a cada uno el salario que corresponda según las leyes de la justicia y de la equidad; que en las empresas puedan los trabajadores sentirse responsables de la tarea realizada; que se puedan constituir fácilmente organismos intermedios que hagan más fecunda y ágil la convivencia social; que, finalmente, todos, por los procedimientos y grados oportunos, puedan participar en los bienes de la cultura.
65. Sin embargo, el bien general del país también exige que los gobernantes, tanto en la tarea de coordinar y asegurar los derechos de los ciudadanos como en la función de irlos perfeccionando, guarden un pleno equilibrio para evitar, por un lado, que la preferencia dada a los derechos de algunos particulares o de determinados grupos venga a ser origen de una posición de privilegio en la nación, y para soslayar, por otro, el peligro de que, por defender los derechos de todos, incurran en la absurda posición de impedir el pleno desarrollo de los derechos de cada uno. Manténgase siempre a salvo el principio de que la intervención de las autoridades públicas en el campo económico, por dilatada y profunda que sea, no sólo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino que, por el contrario, ha de garantizar la expansión de esa libre iniciativa, salvaguardando, sin embargo, incólumes los derechos esenciales de la persona humana [48].
He aquí la parte fundamental de la visión del papa Juan XXIII en cuanto a las responsabilidades del Estado a quien le toca el poder de garantizar el respeto de los derechos de las personas y pueblos, y el deber de promover el bien común de todos y de todas.

HUGO CHAVEZ: LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Cuando Hugo Chávez toma el poder en 1999, el país ya es desde hace tiempo un rico productor de petróleo que expide a las cuatro esquinas del mundo. Los recursos son abundantes y las rentas no faltan.

Los Gobiernos que se sucedieron a lo largo de aquellos treinta años han sido bendecidos por las Conferencias episcopales venezolanas. Las iglesias celebraban el amor de Dios, la libertad de los enriquecidos y la compasión para los pobres. La paz reinaba, el dinero circulaba en las clases privilegiadas y Venezuela se había vuelto una tierra donde se vivía bien para los y las que tenían los medios. Para los demás, los olvidados de los medios de comunicación y Gobiernos, era el infierno de la pobreza y de la miseria. La paz de unos generaba frustración, sufrimiento, humillación de los humildes y de los dejados por cuenta. Los levantamientos eran reprimidos con fuerza y los muertos no eran más humanos, pero unos revolucionarios, instigadores de los disturbios,   enemigos de la paz.


La zanja de las rentas



Un estudio, conducido en 2003 por el Instituto nacional de la estadística, establece la relación entre el valor de una canasta de base necesaria para una familia de 5 personas y la renta de esta misma familia. Este enfoque considera como extremadamente pobre “toda persona que, con su renta, no llega a obtenerse una canasta alimenticia básica” (la cual equivale en realidad a la mitad de la canasta básica). El cuadro que sigue da una percepción de la distribución de la riqueza y  pobreza. Se puede realizar que los que deben compartirse un 20%, 25% y una canasta completa totalizan 15 millones de personas y los que pueden compartirse 4, 5 y 6 canastas totalizan 1.700.000. 

Con ayuda de estos datos, se constata que el grupo de las personas extremadamente pobres es muy importante, mientras que el de los ricos es extremadamente limitado.


Aparece que 2,9 millones de personas no están en condiciones de cubrir un cuarto de sus
necesidades elementales (= la mitad de sus necesidades alimentarias), 7,9 millones de personas son extremadamente pobres y tienen apenas de que comer. Al otro lado del espectro, las personas que pueden cubrir más de cinco veces sus necesidades básicas son apenas 300.000, sobre una población total de 25 millones de habitantes (o sea 1,2%).

CONSTITUCIÓN DE 1999

Consciente de esos desniveles entre las clases dirigentes y oligárquicas y el pueblo, Hugo Chávez pasa a la acción realizando una de sus promesas electorales, a saber la creación de una asamblea constitucional y la redacción de una nueva constitución.

Las Constituciones anteriores habían sido todas elaboradas y votadas por las clases dirigentes y  los mandarines del Estado. En el caso presente, son los distintos componentes de la sociedad que participan con el Estado en su redacción y es el pueblo que le da el peso de su autoridad aceptándolo por la vía refrendaría. El 15 de diciembre de 1999 el pueblo dirá sí y el 20 de diciembre del mismo año será promulgada como ley fundamental del país.


En cuanto al contenido, la constitución refuerza la participación de la población estipulando igualmente, además de la democracia representativa, la democracia participativa. Ella se opone al neoliberalismo y se hace la promotora de una economía mixta, incluyendo, entre otras cosas, el modelo cooperativo y la posibilidad de autogestión. Además, hace hincapié especialmente en la instauración de un importante recinto social: cuidados de salud, enseñanza, empleo, etc.

 A nivel económico, el nuevo Presidente declara en febrero de 1999: “Nuestro proyecto no quiere una estatización de la economía, pero no es tampoco neoliberal. Buscamos una vía media, donde la mano invisible del mercado colabora con la mano visible del Estado: tanto Estado que necesario, tanto mercado que posible. “(19 Richard Gott, Hugo Chávez and the Bolivarien Revolución, Reverso, Londres, 2005, p. 175)

 En la visión de Hugo Chávez, el BIEN COMÚN constituye la referencia principal del Estado y el objeto central de su responsabilidad con relación al conjunto de la Sociedad. El Estado está allí para garantizar este BIEN COMÚN y pedir las intervenciones del conjunto de otros protagonistas.

El SOCIALISMO del siglo XXI

Este socialismo no es el producto de una ideología, sino de la esfera de influencia de una sociedad que funde su desarrollo sobre valores de justicia, verdad, solidaridad y que hace del Estado la herramienta del pueblo para garantizar el Bien común del conjunto de la sociedad. La democracia participativa de la que se hace el promotor toma forma y se desarrolla con la concienciación y la organización de los distintos participantes sociales para que estén implicados en las decisiones y orientaciones políticas y económicas. Él es  fundamentalmente anticapitalista, sin ser no obstante contra la empresa privada que acepta supeditar sus intereses individuales y mercantiles a los de la colectividad.

 Los que retornan este socialismo a las experiencias socialistas del siglo pasado o que utilizan el espectro del marxismo-leninismo para desacreditar el socialismo del siglo XXI demuestran una mala fe intelectual. Es obviamente el caso de la Conferencia episcopal de Venezuela y las oligarquías nacionales e internacionales. Son aún con el espantajo de la lucha contra el comunismo y el marxismo para contradecir los cambios con miras a  modificar las relaciones de poder así como sus privilegios.


¿QUE CONCLUIR?

 El recuerdo del 50e aniversario de la publicación de la encíclica de Juan XXIII permite encender de manera particular los compromisos inspirados por la teología de la liberación así como los cambios profundos empezados por los dirigentes de los países emergentes. 

 A leer los extractos más arriba mencionados en “Paz sobre la tierra”,  se reconocen las palabras y los acentos de un Hugo Chávez, de un Rafael Correa y de un Evo Morales. Los tres se declaran creyentes y socialistas del siglo XXI. Se sometieron los tres a las críticas de sus episcopados respectivos. Los tres son los blancos virulentos de las oligarquías y del Imperio.

 El pensamiento de Juan XXIII llegó, a pesar de los silencios mantenidos por sus adversarios, a taladrar hasta en América Latina y a dar resultado.

 De qué hacer reflexionar el nuevo Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.

La exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” del papa Francisco abre una puerta de esperanza en cuanto los cambios sociales y económicos que se necesitan para devolver a los pobres la dignidad y el derecho a la justicia.

Oscar Fortin
Québec, le 13 de enero 2014

Traducción: Marius Morin




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