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PACEM IN TERRIS Y SOCIALISMO DEL SIGLO XXI   He aquí un título que va a hacer saltar más de uno. Sin embargo, la
  aproximación del pensamiento de esos dos hombres de fe no puede sino conducir
  a esta aproximación. Juan XXIII, con su encíclica PACEM
  IN TERRIS (PAZ SOBRE LA TIERRA), y Hugo
  Chávez, con su Socialismo del siglo XXI. 
Hace 50 años, el mundo y especialmente la Iglesia tuvieron un PAPA
  cuyas calidades hicieron de él un PASTOR amado  de todos. 
Se lo conoce sobre todo por haber convocado al Concilio Vaticano II,
  verdadera ventana de apertura sobre el mundo, y también por su encíclica
  social, Paz sobre la tierra, verdadero testamento, dejado a la humanidad poco
  tiempo antes de su muerte. 
Si el mundo de los humildes de la tierra han visto la expresión de
  una esperanza para un mundo más justo, más verdadero, más humano y más
  solidario, las potencias de este mundo y los apóstoles del neoliberalismo sin
  frontera han visto más bien un documento subversivo, o sea comunista. 
Pues no es por casualidad que esta encíclica de Juan XXIII haya sido
  ignorada, no sólo por los hombres y las mujeres políticos de nuestro
  Occidente cristiano, sino también por sus sucesores sobre la sede de Roma.
  Benito XVI, en su encíclica social, Caritas in Veritate (Caridad en verdad)
  no hace ninguna referencia explícita al contenido de esta encíclica, mientras
  que se refiere ampliamente a las de sus otros antecesores. 
 ¿Qué dice pues esta encíclica para que se haya puesto sobre
  los estantes tanto por los sucesores de Juan XXIII como por los Gobiernos de
  nuestro Occidente cristiano? 
JUAN XXIII: PAZ SOBRE LA
  TIERRA 
He aquí los principales extractos 
11.
  Puestos a desarrollar, en primer término, el tema de los derechos del hombre,
  observamos que éste tiene un derecho a la existencia, a la integridad
  corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida,
  cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el
  descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables
  que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual se sigue que el hombre
  posee también el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez,
  viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier otra eventualidad que le
  prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento[8] 
Derechos relativos a los valores morales y culturales 
12.
  El hombre exige, además,, por derecho natural el debido respeto a su persona,
  la buena reputación social, la posibilidad de buscar la verdad libremente y,
  dentro de los límites del orden moral y del bien común, manifestar y difundir
  sus opiniones y ejercer una profesión cualquiera, y, finalmente, disponer de
  una información objetiva de los sucesos públicos. 
32.
  No basta, por ejemplo, reconocer al hombre el derecho a las cosas necesarias
  para la vida si no se procura, en la medida posible, que el hombre posea con
  suficiente abundancia cuanto toca a su sustento. 
35.
  Por esto, la convivencia civil sólo puede juzgarse ordenada, fructífera y
  congruente con la dignidad humana si se funda en la verdad. Es una
  advertencia del apóstol San Pablo: Despojándoos de la mentira, hable cada
  uno verdad con su prójimo, pues que todos somos miembros unos de otros[25].
  Esto ocurrirá, ciertamente, cuando cada cual reconozca, en la debida
  forma, los derechos que le son propios y los deberes que tiene para con los
  demás. Más todavía: una comunidad humana será cual la hemos descrito cuando
  los ciudadanos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y
  cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos por el amor de tal
  manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los
  demás partícipes de sus bienes, y procuren que en todo el mundo haya un
  intercambio universal de los valores más excelentes del espíritu humano. Ni
  basta esto sólo, porque la sociedad humana se va desarrollando conjuntamente
  con la libertad, es decir, con sistemas que se ajusten a la dignidad del
  ciudadano, ya que, siendo éste racional por naturaleza, resulta, por lo
  mismo, responsable de sus acciones. 
56. (…) citando León XIII: “No se puede permitir en modo alguno
  que la autoridad civil sirva el interés de uno o de pocos, porque está
  constituida para el bien común de todos[40]. Sin embargo, razones de
  justicia y de equidad pueden exigir, a veces, que los hombres de gobierno
  tengan especial cuidado de los ciudadanos más débiles, que puedan hallarse en
  condiciones de inferioridad, para defender sus propios derechos y asegurar
  sus legítimos intereses”[41]. 
64. Es por ello necesario que los gobiernos pongan todo su empeño
  para que el desarrollo económico y el progreso social avancen a mismo tiempo
  y para que, a medida que se desarrolla la productividad de los sistemas
  económicos, se desenvuelvan también los servicios esenciales, como son, por
  ejemplo, carreteras, transportes, comercio, agua potable, vivienda,
  asistencia sanitaria, medios que faciliten la profesión de la fe religiosa y,
  finalmente, auxilios para el descanso del espíritu. Es necesario también que
  las autoridades se esfuercen por organizar sistemas económicos de previsión
  para que al ciudadano, en el caso de sufrir una desgracia o sobrevenirle una
  carga mayor en las obligaciones familiares contraídas, no le falte lo
  necesario para llevar un tenor de vida digno. Y no menor empeño deberán poner
  las autoridades en procurar y en lograr que a los obreros aptos para el
  trabajo se les dé la oportunidad de conseguir un empleo adecuado a sus
  fuerzas; que se pague a cada uno el salario que corresponda según las leyes
  de la justicia y de la equidad; que en las empresas puedan los trabajadores
  sentirse responsables de la tarea realizada; que se puedan constituir
  fácilmente organismos intermedios que hagan más fecunda y ágil la convivencia
  social; que, finalmente, todos, por los procedimientos y grados oportunos,
  puedan participar en los bienes de la cultura. 
65. Sin embargo, el bien general del país también exige que
  los gobernantes, tanto en la tarea de coordinar y asegurar los derechos de
  los ciudadanos como en la función de irlos perfeccionando, guarden un pleno
  equilibrio para evitar, por un lado, que la preferencia dada a los derechos
  de algunos particulares o de determinados grupos venga a ser origen de una
  posición de privilegio en la nación, y para soslayar, por otro, el peligro de
  que, por defender los derechos de todos, incurran en la absurda posición de
  impedir el pleno desarrollo de los derechos de cada uno. Manténgase siempre
  a salvo el principio de que la intervención de las autoridades públicas en el
  campo económico, por dilatada y profunda que sea, no sólo no debe coartar la
  libre iniciativa de los particulares, sino que, por el contrario, ha
  de garantizar la expansión de esa libre iniciativa, salvaguardando, sin
  embargo, incólumes los derechos esenciales de la persona humana [48]. 
He aquí la parte fundamental de la visión del papa Juan XXIII en
  cuanto a las responsabilidades del Estado a quien le toca el poder de garantizar
  el respeto de los derechos de las personas y pueblos, y el deber de promover
  el bien común de todos y de todas. 
HUGO CHAVEZ: LA REVOLUCIÓN
  BOLIVARIANA 
Cuando Hugo Chávez toma el poder en 1999, el país ya es desde hace
  tiempo un rico productor de petróleo que expide a las cuatro esquinas del
  mundo. Los recursos son abundantes y las rentas no faltan. 
Los Gobiernos que se sucedieron a lo largo de aquellos treinta años
  han sido bendecidos por las Conferencias episcopales venezolanas. Las
  iglesias celebraban el amor de Dios, la libertad de los enriquecidos y la
  compasión para los pobres. La paz reinaba, el dinero circulaba en las clases
  privilegiadas y Venezuela se había vuelto una tierra donde se vivía bien para
  los y las que tenían los medios. Para los demás, los olvidados de los medios
  de comunicación y Gobiernos, era el infierno de la pobreza y de la miseria.
  La paz de unos generaba frustración, sufrimiento, humillación de los humildes
  y de los dejados por cuenta. Los levantamientos eran reprimidos con fuerza y
  los muertos no eran más humanos, pero unos revolucionarios, instigadores de
  los disturbios,   enemigos de la paz. 
La zanja de las rentas 
Un estudio, conducido en 2003 por el Instituto nacional de la
  estadística, establece la relación entre el valor de una canasta de base
  necesaria para una familia de 5 personas y la renta de esta misma familia.
  Este enfoque considera como extremadamente pobre “toda persona que, con su
  renta, no llega a obtenerse una canasta alimenticia básica” (la cual equivale
  en realidad a la mitad de la canasta básica). El cuadro que sigue da una
  percepción de la distribución de la riqueza y  pobreza. Se puede
  realizar que los que deben compartirse un 20%, 25% y una canasta completa
  totalizan 15 millones de personas y los que pueden compartirse 4, 5 y 6
  canastas totalizan 1.700.000.  
Con ayuda de estos datos, se constata que el grupo de las personas
  extremadamente pobres es muy importante, mientras que el de los ricos es
  extremadamente limitado. 
Aparece que 2,9 millones de personas no están en condiciones de
  cubrir un cuarto de sus necesidades elementales (= la mitad de sus
  necesidades alimentarias), 7,9 millones de personas son extremadamente pobres
  y tienen apenas de que comer. Al otro lado del espectro, las personas que
  pueden cubrir más de cinco veces sus necesidades básicas son apenas 300.000,
  sobre una población total de 25 millones de habitantes (o sea 1,2%). 
CONSTITUCIÓN DE 1999 
Consciente de esos desniveles entre las clases dirigentes y
  oligárquicas y el pueblo, Hugo Chávez pasa a la acción realizando una de sus
  promesas electorales, a saber la creación de una asamblea constitucional y la
  redacción de una nueva constitución. 
Las Constituciones anteriores habían sido todas elaboradas y votadas
  por las clases dirigentes y  los mandarines del Estado. En el caso
  presente, son los distintos componentes de la sociedad que participan con el
  Estado en su redacción y es el pueblo que le da el peso de su autoridad
  aceptándolo por la vía refrendaría. El 15 de diciembre de 1999 el pueblo dirá
  sí y el 20 de diciembre del mismo año será promulgada como ley fundamental
  del país. 
En cuanto al contenido, la constitución refuerza la participación de
  la población estipulando igualmente, además de la democracia representativa,
  la democracia participativa. Ella se opone al neoliberalismo y se hace la
  promotora de una economía mixta, incluyendo, entre otras cosas, el modelo
  cooperativo y la posibilidad de autogestión. Además, hace hincapié
  especialmente en la instauración de un importante recinto social: cuidados de
  salud, enseñanza, empleo, etc. 
 A nivel económico, el nuevo Presidente declara en febrero de
  1999: “Nuestro proyecto no quiere una estatización de la economía, pero no es
  tampoco neoliberal. Buscamos una vía media, donde la mano invisible del
  mercado colabora con la mano visible del Estado: tanto Estado que necesario,
  tanto mercado que posible. “(19 Richard Gott, Hugo Chávez and the Bolivarien
  Revolución, Reverso, Londres, 2005, p. 175) 
 En la visión de Hugo Chávez, el BIEN COMÚN constituye la
  referencia principal del Estado y el objeto central de su responsabilidad con
  relación al conjunto de la Sociedad. El Estado está allí para garantizar este
  BIEN COMÚN y pedir las intervenciones del conjunto de otros protagonistas. 
El SOCIALISMO del siglo XXI 
Este socialismo no es el producto de una ideología, sino de la
  esfera de influencia de una sociedad que funde su desarrollo sobre valores de
  justicia, verdad, solidaridad y que hace del Estado la herramienta del pueblo
  para garantizar el Bien común del conjunto de la sociedad. La democracia participativa de la que se
  hace el promotor toma forma y se desarrolla con la concienciación y la
  organización de los distintos participantes sociales para que estén
  implicados en las decisiones y orientaciones políticas y económicas. Él es
   fundamentalmente anticapitalista, sin ser no obstante contra la empresa
  privada que acepta supeditar sus intereses individuales y mercantiles a los
  de la colectividad. 
 Los que retornan este socialismo a las experiencias
  socialistas del siglo pasado o que utilizan el espectro del
  marxismo-leninismo para desacreditar el socialismo del siglo XXI demuestran
  una mala fe intelectual. Es obviamente el caso de la Conferencia episcopal de
  Venezuela y las oligarquías nacionales e internacionales. Son aún con el
  espantajo de la lucha contra el comunismo y el marxismo para contradecir los
  cambios con miras a  modificar las relaciones de poder así como sus
  privilegios. 
¿QUE CONCLUIR? 
 El recuerdo del 50e aniversario de la publicación de la
  encíclica de Juan XXIII permite encender de manera particular los compromisos
  inspirados por la teología de la liberación así como los cambios profundos
  empezados por los dirigentes de los países emergentes.  
 A leer los extractos más arriba mencionados en “Paz sobre la
  tierra”,  se reconocen las palabras y los acentos de un Hugo Chávez, de
  un Rafael Correa y de un Evo Morales. Los tres se declaran creyentes y
  socialistas del siglo XXI. Se sometieron los tres a las críticas de sus
  episcopados respectivos. Los tres son los blancos virulentos de las
  oligarquías y del Imperio. 
 El pensamiento de Juan XXIII llegó, a pesar de los silencios
  mantenidos por sus adversarios, a taladrar hasta en América Latina y a dar
  resultado. 
 De qué hacer reflexionar el nuevo Secretario de Estado del Vaticano,
  Pietro Parolin. 
La exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” del papa Francisco
  abre una puerta de esperanza en cuanto los cambios sociales y económicos que
  se necesitan para devolver a los pobres la dignidad y el derecho a la
  justicia.  
Oscar Fortin 
Québec, le 13 de enero 2014  
Traducción: Marius Morin | 
vendredi 17 janvier 2014
PACEM IN TERRIS Y SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
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