dimanche 6 août 2017

EL PENSAR Y EL ACTUAR DE LA IGLESIA




El apóstol Santiago, en su Carta a las primeras comunidades cristianas, confirma el hecho de que la fe sin las obras es vana.

Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras…la fe sin obras es muerta. » (2,18-20)

Los acontecimientos que interpelan a la Iglesia, hoy, pone de relieve la pertinencia de esa declaración del apóstol San Diego. Uno de estos acontecimientos es el posicionamiento de la Institución eclesial frente a la emergencia en América latina de pueblos y gobiernos que decidieron recuperar sus independencias políticas y económicas para mejor servir el bien común de sus pueblos. Es el caso, entre otros, de Venezuela, Bolivia,  Cuba,  Nicaragua, Salvador, Ecuador. En la mayoría de estos países se reconoce muchas aspiraciones expresadas en diversos documentos de la doctrina social de la Iglesia. Si uno analiza las encíclicas Populorum progressivo, del papa Pablo VI, Mater et Magistra, Pacem in terris, del papa XIII y la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, del papa Francisco.  Se trata aquí de un pensamiento claro de la doctrina social de la Iglesia fundada sobre principios de justicia social, de solidaridad entre la personas y los pueblos, de condena de todas las formas de explotación y dominación de los pueblos.

Es a base de este compromiso de la Iglesia que el director de un blog importante en la comunicad de idioma español, ATRIO,  hace esta pregunta en el contexto de una Iglesia que va contra corriente de su propio pensamiento:

 ¿tienen alguna credibilidad estas exhortaciones cuando a la hora de la verdad, cuando un pueblo quiere preservar su valor revolucionario con los mecanismos previstos en su propia constitución, se le pretende frenar con un tajante NO?

El caso del comportamiento del Episcopado venezolano y del Vaticano frente a la Revolución bolivariana ilustra de forma clara esta gran contradicción entre lo dicho en la doctrina social de la Iglesia y las tomas de posiciones políticas de esta misma Iglesia en contra de esta Revolución que cuadra con la doctrina social de la misma Iglesia. He aquí una aproximación, no exhaustiva pero suficiente desarrollada, del pensamiento del papa Juan XXIII y  la Revolución bolivariana dirigida por el católico presidente Hugo Chávez y su sucesor, el católico Nicolás Maduro.


¿Como explicar esas contradicciones? ¿Quiénes participan a la redacción de esa encíclicas? ¿Quiénes son los que tienen el control del poder político del Estado del Vaticano? En todo eso ¿quienes son Iglesia y quienes no lo son?

Materia en que cada uno puede tener su punto de vista. Yo propongo que hagamos de este interrogante de Antonio un tema para artículos y comentarios. En la perspectiva del Apóstol Santiago, la doctrina social de la Iglesia si no da con lo concreto de los cambios que exige, es vana.

Oscar Fortin

el 6 de agosto 2017



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