La
llegada del papa Francisco, con su manera de ser y hablar, suscitó grandes
esperanzas en un gran número de cristianos, y también en numerosos no creyentes
que ven a la Iglesia como una potencia, una aliada indefectible de Washington. Los dos últimos
papas, entre otras cosas, no se ocultaron, Juan-Pablo II, con su medalla de la
Libertad y Benito XVI con esa espléndida celebración de su aniversario en los
jardines de la Casa Blanca.
No se
ocultará que esta alianza no escrita, pero indefectible, condiciona todos los
nombramientos teniendo un carácter de autoridad en la gestión de las relaciones
de la Iglesia con los distintos Gobiernos y organizaciones a través del mundo.
No es sorprendente que en América Latina, los nuncios apostólicos, los obispos
y los cardenales sean, en su conjunto, alineados sobre las políticas de
Washington. Están con la democracia que agrada a Washington y con los
dictadores que se someten a Washington.
El
problema de tal alianza es que va en contra de la “catolicidad” de la Iglesia.
¿Qué pueden pensar los enemigos de Washington de esa Iglesia que es parte
involucrada de los proyectos de este último? Por ejemplo los Iraquíes, los
Libios, los Palestinos, los Indios, los Chinos, los Rusos, etc. La Iglesia no
es ya la Iglesia universal, sino la Iglesia de Washington. Ningún país de
América Latina escapa a esta Alianza y los
pueblos que se atreven a levantarse y liberarse del tío Sam encontrarán
en su camino a un episcopado mayoritariamente al servicio del tío Sam.
Es triste
decir eso, pero es así. Esta Iglesia, cuyo papa Francisco desea ver con los
pobres, se encuentra, por sus dirigentes y el Estado del Vaticano en mejor
compañía con Washington. Por tanto es este mismo papa Francisco que, condenando al mismo tiempo el capitalismo
salvaje donde el gran amo es Washington, nombra a puestos claves de la
gobernanza de la Iglesia a los que sabrán mantener este concubinato. El caso
del nuevo Secretario de Estado, Pietro Parolin es un ejemplo. Ocurre lo mismo con el nombramiento del cardenal
MARADIAGA como responsable de su comisión para la reforma de la Curia. Este
último es de mecha con las oligarquías de
Honduras y ha sido un actor
hábilmente utilizado en el golpe de Estado militar de junio de 2009 y en
la muy reciente campaña electoral a la Presidencia de Honduras donde Xiamora
Zelaya Castro, candidata por el partido LIBRE, ha perdido la presidencia, entre
otras cosas, por fraudes técnicos.
Hoy
mismo, 14 de enero, el Secretario de Estado del Vaticano recibe al Secretario
de Estado de los Estados Unidos. Si se trataría solo de encuentros entre dos
representantes de Estado para tratar
cuestiones comunes de sus relaciones o también de intercambios sobre el
panorama mundial, no abría nada que decir. Pero allí, se trata de establecer
una estrategia común para el encuentro de paz, en Ginebra 2 entre el Vaticano,
en sí neutro, y Washington, uno de los principales intervinientes en ese
conflicto. Lo que hace el Vaticano con Washington y que no hizo con Moscú y
Seria, es tomar parte con y para Washington.
La
llegada de John Kerry, el católico practicante, dice una nota, ha sido bien
preparada. Se le desenrolló una verdadera alfombra roja con ese informe de un
Comité especial reunido bajo los auspicios de la Academia pontifical de las
ciencias al cual participaron Tony Blair,
ese ex primer Ministro de Inglaterra, especialista en intervenciones en países
extranjeros, igualmente, Miguel Ángel
Moratinos ex Ministro de las relaciones exteriores de España, otro país
especializado en intervenciones extranjeras, y unos invitados con las mismas
orientaciones. Hubiera sido normal, puesto que se trataba de una consultación
pedida por el Vaticano, que hubiese representantes de los medios intelectuales
sirios y rusos. Ello no fue hecho. La lista de los invitados, sin duda,
preparada por Washington, no lo ha tenido en cuenta.
Y el
mismo día de la llegada de John Kerry al Vaticano, como por un feliz azar, se
publica las recomendaciones de ese
informe que no hacen ninguna distinción entre las responsabilidades de un
Gobierno legítimo, sostenido por la mayoría de su pueblo y sus opositores que
tomaron las armas a la instigación de países extranjeros, como los Estados
Unidos, Francia y sus aliados del Oriente Medio. “EL VATICANO PIDE A SIRIA UN
ALTO AL FUEGO SIN CONDICIONES”; “Kerry y
Parolin se ponen de acuerdo sobre una estrategia común
para la paz. » He aquí, el giro está hacho, es ahora el Vaticano que
lleva la antorcha del desarme sin condición de Siria.
¿Cómo se
hace que la Iglesia Católica no haya tenido esta reunión con las autoridades
sirias que se manifestaron recientemente a través de una Carta del Presidente
Al Assad dirigida al papa? ¿Hubiera
sido una linda ocasión de desarrollar una estrategia común para la paz? La
respuesta es muy simple. El Vaticano trabaja mano en mano con Washington bajo la mirada de un papa
que quiere sacar su Iglesia de la asfixia en la cual
está encerrada haciendo prácticamente todo lo mismo para que permanezca lo
que es. Sus nombramientos cuentan mucho. Nada nuevo bajo el sol. Sus discursos
son impresionantes, sus gestos inspirados, pero sus decisiones permanecen muy
inferiores a lo que se tiene derecho a
esperar.
Es
necesario, me parece, que se ponga un término a este concubinato que deshonora
a la Iglesia y a los que están vinculados con ella. Al respecto, una gran
limpieza se impone en los puestos de autoridad. O sea que la Iglesia haga tabla
rasa del Vaticano o sea que haya personas que la representan en su catolicidad
y en sus solidaridades con los pobres. El papa Francisco no puede jugar a la
vez sobre los dos teclados. Hay siempre por una parte
las voluntades de Dios y por otra parte los intereses de Mammón. Son dos
antagonistas.
Es
urgente para la catolicidad que el Vaticano deje de ser la antecámara de
Washington.
Con todo
mi respeto, y también, con mis convicciones más profundas.
Oscar
Fortin
Québec, el
14 de Enero de 2014
traduction : Marius Morin
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